Un rayito de pinche luz
Hace poco tiempo terminé una
relación muy importante para mí y no quedé tan dañada como pensaba. Pero luego
de di cuenta de que dejé de escribir porque tenía miedo de lo que fuera a
salir de mis dedos; me daba pavor darme cuenta cómo me siento.
La melancolía es un arma de dos
filos que algunas veces abraza y otras más te ahoga. Buscar confort en
brazos ajenos siempre tiene su precio.
El riesgo de darlo todo es
quedarte sin nada. Y aquí estoy, jodidamente (in)feliz en un cuarto con unas
cortinas que se caen y una cama vacía. Un día decidí irme y aguantar los
insultos de mi huida, o si no nos hubiésemos quedado juntitos y miserables
por mucho más tiempo. Intenté evitarlo porque me sentía mal sólo de pensar que cuando él viera mi silla
vacía, pensara que cualquiera pueda llenarla (en esa parte no me equivoqué, pero
ya no importa).
Que te rompan el corazón duele, que lo hagan lento es lo que
cala. Fueron dos años de una extraña devoción
y complicidad que no supimos cuidar, pero supongo que todo es cuestión de
aprender a cerrar círculos, aunque en la escuela sólo te hayan enseñado a
dibujar cuadros.
Claro que pueden arrancarme la
esperanza, de todos modos vuelve a crecer.
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