Y retiemble en sus centros la tierra...
No sé ustedes, pero ya pasó una semana desde el temblor de la CDMX
y todavía me siento de la chingada; continúo alistando mi ropa mientras me baño por
si hay que correrle al techo, sigo dejando la ventana abierta aunque me dé frío
para escuchar la alerta sísmica y me viene a la mente aquel hospital que
trasladaron a un camellón en una calle por la que tuve que pasar luego de que
la ciudad se fuera para abajo.
La gente que quiero está bien y no pasó a mayores, pero es inevitable
pensar en todas esas personas que no van a volver a su casa, ver a sus seres
queridos o jugar con sus mascotas. Cuando llegué a mi departamento por primera vez,
días después del temblor, no dejaba de ver la lámpara del techo y sentía que se
movía porque otra vez la tierra nos reclamaba todo lo que hemos hecho. La factura
es tan grande y nosotros tan frágiles, que 4 días después de la primera
sacudida nos jugó una broma y volvió a brincar. No tan enojada, no tan fuerte,
pero nosotros con el mismo temor (eso sin olvidar que once días antes, nos
despertó un temblor a medianoche).
No dejo de repetir las imágenes en mi mente como esa mala canción que no
sale de tu cabeza. Espero que todos estén bien y puedan ver a sus perritos dormir
en casa, como si todo hubiera sido un mal sueño.
Intentamos hacer nuestra vida como cualquier otro día (al cabo que
estamos en el país de no pasa nada), pero ¿no se sienten culpables de querer
retomar su vida o sólo soy yo? Ya pasamos de la etapa del "qué bonito
estar todos unidos" al "espero que el gobierno no se robe nuestra
ayuda". Esto, porque la brecha más grande que abrió el temblor: la que
tenemos como sociedad con nuestros políticos. Ya no creemos nada, ya no vemos
su ayuda, ya no los queremos en las fotos como nuestros salvadores.
Por nuestra parte, habrá que ayudar a construir los pedacitos de todo lo
que ha pasado, abrazar a México y querer mucho a las personas que nos rodean,
sin olvidar que las desgracias pasan de moda y la gente en las calles cada vez
puede ser más y mañana podemos ser nosotros los que vamos a pedir ayuda.
Mira mamá, con miedo…
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